jueves, 17 de noviembre de 2011

[Reespublica] DEVOCIONAL MENSUAL...........El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

 


ASOCIACIÓN  CRISTIANA  DE  PROFESIONALES  DE  SALUD  DEL  PERÚ
 
DEVOCIONAL
 
NOVIEMBRE  2011
 
 
"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy"
Mt.6:11
 
La oración llamada "Padre Nuestro" fue dada por el Señor Jesús como un modelo de oración cristiana genuina. En contraposición a la oración hipócrita de los fariseos y mecánica de los paganos, la oración de los cristianos debía ser sincera y reflexiva. La enseñanza de Jesús pretendía que nuestras mentes y corazones estuvieran  involucrados en lo que dijéramos porque este modelo  expresa los intereses de un cristiano genuino y las necesidades más importantes del ser humano. Así vemos que las primeras tres peticiones expresan el interés del creyente por la gloria de Dios: por el reconocimiento de Su nombre como santo, por el establecimiento y crecimiento de Su reino en nuestra tierra y por el cumplimiento de Su voluntad en todo lugar. Estas peticiones anteceden a aquellas relacionadas a nuestras necesidades. La primera de estas tiene que ver con la provisión para una necesidad sustantiva, el alimento de cada día. Aunque se ha pretendido darle una connotación espiritual al término "pan", es claro que hace referencia a todo lo necesario para la preservación de nuestra vida, incluyendo el alimento diario. El espíritu solidario de esta oración  ruega por calmar, no solo nuestra hambre en forma egoísta, sino el hambre de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestro pueblo. En repetidas oportunidades Jesús demostró su preocupación por satisfacer esta necesidad básica. Si no, recordemos cuando dio de comer a la multitud que le seguía, unos 5000 hombres, sin contar las mujeres y los niños, quienes "comieron hasta quedar satisfechos" (Mt.14:13-21). La realidad dramática del hambre en el mundo hace de esta petición un clamor urgente y un compromiso ineludible de la iglesia. Solo en América Latina y el Caribe, el hambre y la desnutrición afectan a cerca de 53 millones de personas; de éstas, casi 19 millones (16%) son niñas y niños menores de 5 años que padecen de desnutrición crónica o retardo en la  
talla [1], con las serias y permanentes secuelas en el sistema nervioso central que limitarán sus posibilidades de desarrollo y de realización como personas.  Para  Jacques Diouf, Director General de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés): "El hambre sigue siendo la mayor tragedia y el mayor escándalo del mundo. Es algo absolutamente inaceptable" [2]. Lo mismo pensamos nosotros. De acuerdo a esta organización cada seis segundos muere en el mundo un niño debido a problemas relacionados con la desnutrición.
 
Esta es la dramática realidad, la cual no es lamentablemente ajena a nuestro país. A pesar de los avances alcanzados la desnutrición continúa siendo un grave problema de salud pública, con elevados porcentajes de niños con desnutrición crónica especialmente en las áreas rurales. Las serias  connotaciones éticas, económicas y sociales y secuelas físicas y mentales de la desnutrición crónica,  cuyas causas en su conjunto constituyen una magna injusticia social,  exigen un serio compromiso por parte del cristiano con esta realidad, en lo individual con nuestro accionar profesional, y en lo colectivo, como cuerpo, como asociación o como iglesia, promoviendo  la acción concertada y enérgica de todos los sectores implicados. Resultan muy pertinentes hoy las palabras de profundo significado del  pediatra mejicano Ramos Galván, las cuales señalan las causas últimas y las hondas implicancias de la insatisfacción de una de las necesidades básicas del ser humano, la provisión de nutrientes:
 
"La carencia de alimentos tiene diversas repercusiones, que en forma lapidaria pueden resumirse como sigue: cuando es intensa y aguda, origina la destrucción del individuo y de los grupos, en forma directa o a través de desesperadas rebeliones; cuando es crónica, produce la degradación física y moral: genera esclavos.
 
A pesar de que la provisión de alimentos constituye un imperativo ineludible; a pesar de que el hombre dice conocer la importancia que el aporte de nutrientes tiene para su propio organismo, para su estirpe o para su grupo; a pesar de los increíbles logros que en arte, ciencia y tecnología ha alcanzado la especie humana, hace tiempo que nadie discute que una gran parte de la población está insuficientemente alimentada y que esta lacerante realidad se encontraba presente tan atrás de nuestros días, como hemos podido escrudiñar en nuestro pasado.
 
Las consideraciones anteriores cobran importancia cuando se recuerda que si el hombre nace aparentemente como un animal social pero culturalmente indiferenciado, bien pronto se socializa y se integra a una cultura; porque si al nacer nada sabe y es el ser más desvalido, es capaz de aprenderlo todo, lo bueno y lo malo para él y para sus semejantes.
 
En consecuencia, sólo cabe una conclusión; hasta ahora, el hombre no ha sido capaz de aprender lo realmente bueno para él y para su especie y la desnutrición ha de verse desde este punto de vista, como el resultado de una socialización inadecuada, como consecuencia de actitudes defectuosas, porque si sociedad es cooperación, si es interacción entre grupos de individuos, en el caso de la desnutrición la solidaridad no existe."  [3]
           
Cuando oremos "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" hagámoslo, a diferencia del religioso o el incrédulo,  firmemente comprometidos por el pan que sacie el hambre de nuestro prójimo. AMÉN.
 
Aníbal Del Águila Escobedo
Médico Pediatra
 
 
 
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[1]  La Desnutrición Crónica en América Latina y el Caribe (en línea). Programa Mundial de Alimentos. Agencia de las Naciones     Unidas. 2007. Disponible en: http://www.onu.org.pe/upload/infocus/pma_ desnutricioninfantil.pdf  (citado en 15 de     noviembre del 2011)
 
[2]    925 millones de personas  sufren hambre crónica en el mundo (en línea). Centro de Prensa de la Organización de las     Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. 14 de Setiembre del 2010. Disponible en:     http://www.fao.org/news/story/es/item/45291/icode/ (citado en 15 de noviembre del 2011)
 
[3]  Ramos Galván R.  Problemas nutricionales en las sociedades preindustrializadas de la América Latina. XII Congreso     Internacional de Pediatría. México, 1968. Official Reports vol. I. p.357-358

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